Dia nacional de la memoria por la verdad y la justicia

Día nacional de la memoria por la verdad y la justicia: "Nos mostraron la memoria y la utopía"

La Dra. Mónica Bueno (INHUS) comparte una reflexión y homenaje a tres autores argentinos que “creyeron en la fuerza de la escritura y lucharon contra la agonía del exilio”: Héctor Tizón, Antonio Marimón y Daniel Moyano.


Por Mónica Bueno

Héctor Tizón, Antonio Marimón y Daniel Moyano ya eran escritores conocidos en los años de la Dictadura (1976-1983). El vuelo del tigre (1981) de Daniel Moyano, La casa y el viento (1984) de Héctor Tizón y El antiguo alimento de los héroes (1988) de Antonio Marimón son claros ejemplos de una literatura que narra y ficcionaliza el horror, la tortura y la muerte en el mismo momento en que la Dictadura secuestra, tortura y mata. Sus autores creyeron en la fuerza de la escritura y lucharon contra la agonía del exilio. Moyano y Marimón murieron en tierra extranjera, Tizón volvió a Yala, volvió a Jujuy, fue Constituyente, Juez y siguió contando los relatos que escuchaba en la calle, en el Juzgado hasta el final de su vida. (“Ex embajador, vagabundo, exiliado y regresado” dice la solapa de uno de sus libros.) Sus figuras además son emblemáticas porque son indicativas de un conflicto que se abrió entre los intelectuales argentinos una vez finalizada la Dictadura. El exilio fue en ese momento una matriz interpretativa que generó debates académicos y polémicas colocaciones. Nuestro homenaje en este aniversario del Golpe de Estado a los tres escritores. Nos mostraron la memoria y la utopía.

Por razones de espacio nos referimos brevemente a una de estas novelas. Daniel Moyano fue escritor y violinista del Cuarteto de Cuerdas y Orquesta de Cámara y profesor en el Conservatorio Provincial de Música de La Rioja. A fines de marzo de 1976 fue detenido por las Fuerzas Armadas y luego de quedar en libertad se exilió definitivamente en España. Allí, en los primeros años, fue obrero en una fábrica de maquetas para poder subsistir. Más tarde desarrollará una intensa actividad literaria. Allí murió el 1 de julio de 1992.En 1981 la Editorial Legasa, con sede en Madrid, publicó su novela El vuelo del Tigre. [1]

El vuelo del tigre tiene dos versiones. La primera escrita en La Rioja es guardada por unos sacerdotes amigos que entierran el manuscrito en la huerta de su casa mientras Moyano está en la cárcel. Cuando el escritor se exilia en Madrid, piensa en terminar la novela y manda a buscar el texto oculto. Excavan inútilmente, el manuscrito ha desaparecido. Moyano reescribe la novela, entonces y hace notar el episodio: al finalizar anota las dos fechas y los dos lugares: La Rioja 1975, Madrid 1980.

La historia que inventa Moyano es una alegoría. Hualacato es un pueblo de músicos que quiebra su pequeña armonía social cuando llegan los percusionistas que se instalan en cada una de las casas y diseñan la vida de las familias. “Todo prohibido en Hualacato”, declaran esos extraños seres que aparecen montados en sus tigres. El Estado ha decidido que se debe restablecer el orden (un orden que desecha otras organizaciones posibles por subversivas). Los Aballay, una de las familias de Hualacato, debe acostumbrarse a las órdenes de Nabu el percusionista; todos deben aceptar la arbitrariedad de las reglas, deben compartir el silencio: “Vengo a organizar las cosas, a enseñarles a vivir en la realidad y sacarles los pajaritos de la cabeza, que ya la han causado muchos sufrimientos si lo piensan bien” (MOYANO, 1981, p. 9). Frente a esa decisión, la familia decide resistir e inventa diferentes estrategias para definir un futuro y recordar quiénes son.

La novela de Moyano nos enseña que la resistencia al poder omnímodo debe ser comunitaria. Esta pequeña comunidad familiar impele una nueva forma identitaria. La comunidad requiere que el individuo se transforme en integrante y construya para sí un nuevo sujeto. Roberto Espósito llama a esta construcción “Nuestro ser distinto de nosotros”.[2]

 

[1] Un párrafo aparte merece el trabajo de la editorial Legasa y su Colección Narradores argentinos respecto a la difusión de esta literatura.

[2] Roberto Espósito, al analizar la insoslayable reflexión de Bataille sobre la comunidad, concluye: “Hace falta, en cambio, que el desbordamiento del yo se determine al mismo tiempo también en el otro mediante un contagio metonímico que se comunica a todos los miembros de la comunidad y a la comunidad en su conjunto” (Espósito, R. (2007).Comunitas. Origen y destino de la comunidad. Buenos Aires/Madrid: Amorrortu Editores, 198).